martes, 24 de noviembre de 2009

LITERATURA Y CRISIS MUNDIAL

.
.


Hoy, sin lugar a dudas, en la literatura y en el sector editorial se ve el reflejo de la crisis mundial que estamos viviendo, y me refiero al vacío de pensamiento y de actitud que los domina. La mayoría de los escritores, en su connivencia, han perdido la capacidad de ejercer la crítica ante los males de este mundo, los problemas y el fracaso que enfrenta, y más parecen espectadores complacientes de una Humanidad que camina hacia la distopía. La industria editorial, en su generalidad, se ha basado en promover la literatura fácil, aquella que es una manifestación más de la banalidad ensalzada por la sociedad de consumo, para hacer un trasvase de la cultura del pensamiento hacia la cultura del entretenimiento. Ciertos editores ya no ven la literatura como una necesidad o bien cultural, sino como un negocio que sólo busca un beneficio rápido en detrimento de la calidad. Ya todo se vale para pisotear el arte, por medio de una simulación de algo que cada vez está más lejano de lo que se pretende. Hoy lo único que importa es vender, a costa de lo que sea, como si los libros fueran hamburguesas de McDonald´s. Eso es el éxito para ellos.

Ahora que la Humanidad se hunde, los escritores, parece ser, han de escribir contenidos superficiales para hacerle el juego a la misma civilización fracasada que se sustenta en la avaricia y en la especulación, en el sometimiento de los más humildes. El vacío de pensamiento, la alienación, la democratización de la ignorancia, es lo que nos proponen, y transmitir a los lectores dicha vaguedad. El hombre ha de buscar lo rápido, lo fácil, la literatura poco exigente, para dejar de aspirar a superarse en su intelecto y estar predispuesto en aceptar cualquier manipulación. ¿Eso es estar de acorde a los tiempos? ¿Buscar y promover la mediocridad en la especie humana? ¿Valerse de ella?

Los escritores, hoy más que nunca, han de rebelarse contra el autismo intelectual que promueve y nos propone una parte de la industria editorial, contra la banalidad de la sociedad de consumo y contra la alienación de un poder que nos conduce hacia el abismo. Hay que estar ciegos para no ver hacia dónde camina la Humanidad, permanecer con la boca cerrada y ser cómplice de todo un mecanismo que degrada al individuo. El poder del dinero es lo único que les importa, en un sistema económico mundial que se derrumba por efecto de su propia avaricia. La Humanidad camina hacia la distopía y los intelectuales, entre los que se cuentan los escritores, no dicen nada como si estuvieran fuera de su tiempo. Ésa es la verdadera derrota de la literatura.


LA DERROTA DE LA LITERATURA

Las novelas de caballerías regresaron con fuerza al panorama literario, cuando parecía que con el Quijote se iniciaba un camino definitivo. Alonso Quijano ha de salir de nuevo a los caminos, pero esta vez disfrazado de mono y con una pulga como escudero, cuando son otros los tiempos y otros los lugares por donde cabalga ahora sin rocín. Su musa, el motivo de su locura y su búsqueda, sigue siendo Dulcinea, la coartada para que el escritor se vaya directo a través de la literatura, a través del arte. Si Miguel de Cervantes arremetía contra todo un género narrativo en predominio, yo, el que está detrás del mono, hago lo mismo ahora con todos mis actos y afirmaciones. En realidad soy una mezcla Cervantes y Marcel Duchamp, un provocador en pos de la esencia artística, un chango que salta por la jungla cibernética con ese grito de Tarzán que suena como si fuera aullido de lobo, Aullido como el de Allen Ginsberg, pero anunciando a otra generación el final de los tiempos.

Hoy, que vivimos caminando directo hacia la distopía, casi ningún escritor es capaz de estar en su tiempo, de enfrentar esa distancia entre el presente y el futuro, para conformarse con asimilar y narrar exclusivamente lo banal; ahí está la verdadera derrota de la literatura. Y ya no son las actuales novelas de caballerías, de un historicismo suplantador para lograr mejores ventas, lo es todo, una narrativa vacía de contenidos que no viene diciendo, salvo excepciones, nada nuevo, que no sobrepasa ese costumbrismo galdosiano: la misma novela escribiéndose una y otra vez es la novela española del siglo XX. ¿Serán capaces los autores españoles de escribir algo distinto en este siglo? ¿Y qué harán los autores hispanoamericanos? “La novela, ahora más que nunca, ha de indagar en los problemas esenciales del hombre, en su tiempo y en lo que se avizora en el horizonte y más allá de él.”

El mono arremete contra los gigantes del mundo editorial, que son esos molinos de viento, mientras la literatura se ahoga en un pozo profundo. Nadie hace nada y todos se miran al ombligo, no hay una ruptura… porque la misma crisis de la Humanidad se ve reflejada en todas sus manifestaciones, cuando ni siquiera los que deberían alzar su grito, a través de la palabra, lo hacen.

(Este Quijote-mono, que ya no utiliza lanza, acaba de arrojar un cóctel molotov).


_____________________________________
Derechos Reservados - Copyright © Pablo Paniagua



.



.

2 comentarios:

pablo strucchi dijo...

literatura indie? copyright? que es esa conjuncion? no entiendo

Pablo Paniagua dijo...

Toda obra tiene derechos de autor, ya estén liberados o no, y todo autor, por independiente que sea, tiene derecho a comer.

El copyright también sirve para defender la autoría de un trabajo frente posibles plagios.

Los grupos de música indie venden sus discos y cobran por asistir sus conciertos, y los directores de cine indie cobran un porcentaje de los ingresos en taquilla.

Lo independiente no tiene que ser por fuerza gratuíto.